Escrito por:
Omar Osses
De todo el conocimiento que hay hoy disponible en el mundo, en el campo de la gestión de las organizaciones, ¿qué es lo fundamental que necesitamos saber? Esta pregunta me la hago desde hace muchos años en varios dominios y la debatimos con referentes del tema.
Según la AI, sobre la pregunta de ¿cuántos libros hay escritos sobre management? :
- Publicaciones por año: según algunas estimaciones, se publican más de un millón de libros nuevos cada año en todo el mundo. Si, incluso solo el 0,1% de estos estuviera relacionado con la gestión, eso serían 1.000 libros al año.
- Duración del interés en el tema: el interés en la gestión, como campo de estudio, realmente despegó a mediados del siglo XX, aunque hubo obras anteriores sobre el tema. Si asumimos una media de 500 libros sobre gestión al año desde 1950, eso nos da 35.500 libros hasta 2021.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, una estimación muy aproximada podría situar el número de libros relacionados con la gestión en decenas de miles, quizás incluso superando los 100.000 a nivel mundial, considerando todos los idiomas y subtemas. Esta es una estimación muy general y el número real podría ser mayor o menor.
Entonces, para dirigir y gestionar organizaciones de manera armónica y sustentable, ¿qué sería lo fundamental saber hoy y no tener que leer 100.000 libros y asistir a miles de cursos y conferencias? Hay algunos atajos, explorando sobre el "conocimiento tácito".
El concepto de conocimiento tácito fue popularizado por el filósofo y científico de la administración Michael Polanyi. Según Polanyi, “sabemos más de lo que podemos decir”. Este tipo de conocimiento se adquiere principalmente a través de la experiencia y es esencial para la habilidad y maestría en diversas disciplinas, prácticas y artes.
El conocimiento tácito es aquello que no podemos documentar, difícil de comunicar porque es experiencial, como aprender a andar en bicicleta; requiere de pautas, prácticas y mucha sensorialidad para ejecutar todos los movimientos
y encontrar el balance en el movimiento en un acoplamiento de nuestro cuerpo, la bicicleta y el desplazamiento en el lugar donde esté circulando.
Es contextual, difícil de expresar con palabras, personal, dinámico, práctico, resultado de la racionalidad limitada, expresado mediante la hábil ejecución de ciertas tareas, enraizado en la práctica, la experiencia personal, en los mapas y modelos mentales de los individuos y, por lo tanto, en la cultura de la organización y el ecosistema que lo hace posible.
Reconocer y aprovechar el conocimiento tácito en las organizaciones es fundamental para la innovación, la toma de decisiones y la sostenibilidad, ya que proporciona una comprensión profunda que, a menudo, no está presente en los manuales o documentos formales.
Al igual que las artes, se aprende en una transmisión de dinámicas experienciales, está profundamente arraigado en la experiencia, las emociones y las habilidades personales, de corazón a corazón, y dentro de la cultura en la que convivimos.
¿Y cómo accedemos al conocimiento tácito? Vivimos en 4 dimensiones del conocimiento: lo que sabemos, lo que sabemos que no sabemos, lo que no sabemos que sabemos y lo que no sabemos que no sabemos.
Y es en esas dos últimas dimensiones donde se encuentra el conocimiento tácito. Pero la paradoja es que no podemos hacernos preguntas sobre ellos desde fuera de nosotros mismos.
Son los compromisos con el futuro que queremos ver emerger y las conversaciones con otros, desde las preguntas, la indagación para nuevas preguntas, las vías para acceder a esos espacios de ceguera y posibilidades.
El conocimiento tácito está en las organizaciones, pero son pocos los casos en los que se generan programas, ecosistemas de aprendizaje e innovación, diseñados para disponernos a conversar y escucharse desde los propósitos personales, organizacionales, los compromisos estratégicos, procesos críticos y los dolores de los integrantes de la organización y sus propuestas desde esos conocimientos tácitos.
Se requiere de procesos reflexivos, sin caer en la tentación de conversar en resolver problemas operativos del día a día. El arte y la maestría radican en generar contextos, entornos y dinámicas experienciales de armonización, para el bienestar de los equipos, para que ocurran las conversaciones oportunas en la construcción de confianza, para el propósito para lo cual fue creada la organización y desde los desafíos con los compromisos que queremos conservar, para que emerjan los escenarios futuros deseados desde el conocimiento tácito que ya está en el ecosistema y no solo en algunos líderes de la organización, ciegos a “su supuesto saber”.