Hoy, cuando se habla tanto del bienestar, de los ideales de las nuevas generaciones de encontrar espacios laborales donde puedan tener flexibilidad y una cultura organizacional más sana, nos enfrentamos, sin remedio, a un aumento de problemáticas de salud mental, cada vez más complejas, enfermedades críticas y una ciudadanía a la deriva que ha perdido la fe en el modelo y las instituciones que hasta ahora habían marcado el norte de la economía, la sociedad, la política y, en general, las relaciones humanas.
Caos, entornos de incertidumbre, crisis en el liderazgo, cambio de paradigma… conceptos que muchas veces se han discutido en los espacios del Colegio Altos Estudios de Quirama, pero que cobran un mayor sentido en la actualidad esta conversación y el cuestionamiento de ¿cómo emerger a una vida en equilibrio cuando estamos nuevamente a las puertas de un cambio de ERA y sentimos que todas nuestras certezas se convierten en vagas hipótesis?
Una de las grandes apuestas que se han expuesto para desarrollar un mayor “equilibrio en la sociedad” ha sido el “reivindicar” a la mujer en su papel a la par del hombre. Claramente, como mujer, esto me ha cuestionado y me ha generado muchas inquietudes; porque buscar el equilibrio no debería tratarse de buscar la igualdad de género, sino, tal vez, de abrazar la diferencia y potenciar que ambos géneros pueden aportar a la construcción de sociedad, desde sus visiones diversas de la realidad.
No quisiera desconocer los muchos movimientos que se han organizado alrededor de la mujer y los grandes logros que se han alcanzado a través de publicaciones como la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de Olympe de Gouges, en 1791, la Vindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft, en 1792, la Convención de Seneca Falls (Nueva York), en 1848, las revoluciones a nivel mundial por el derecho al voto, entre otras, que han permitido que seres humanos como yo tengamos posibilidades de crecimiento profesional y desempeñemos roles de dirección.
Pero el llamado hoy es a ir más allá de los movimientos feministas. En la actualidad, las mujeres jugamos un rol clave en medio de una sociedad inquieta y en búsqueda de algo más que lo que nos han vendido como “el camino hacia la felicidad”, el cual se ha fundado desde una racionalidad y una competencia que invita a estar por encima de otros, y en la que llegar al resultado está por encima de los procesos humanos.
A lo largo de estos últimos meses, que me he permitido irme a las profundidades de mi ser como mujer, teniendo la posibilidad de conocer mujeres auténticas, he descubierto que hay una gran posibilidad para la búsqueda de un equilibrio, si potenciamos la conexión con nuestra esencia: conectarse con todo nuestro poder femenino nos transforma en refugio, en generadoras de armonía, conciliadoras, articuladoras de grandes iniciativas multiactores y multipropósitos, con la riqueza infinita del ser flexibles y mucho más adaptables a los cambios que seguirán marcando el rumbo de esta humanidad.
Por lo tanto, hoy las mujeres tenemos grandes retos: ya tuvimos a nuestras antecesoras luchando por un lugar en la sociedad; ahora la apuesta debería ser el continuar ocupando esos diversos roles, pero conectadas con nuestra esencia, abrazando nuestra vulnerabilidad, con esa voz interna que nos hace únicas y que potencializa capacidades que hoy, como lo mencionaba anteriormente, son claves para avanzar en este nuevo paradigma en el que entramos como humanidad.
El retornar a nuestra esencia, y tener mayor consciencia de que somos parte de un todo, nos llevará a conectar con ese lugar (nuestro poder interior), donde todo es posible. Esto nos permitirá, como lo mencionaba Arianna Huffington en su libro La vida plena, encontrar nuestro lugar de sabiduría, paz y fuerza. Y, desde este punto, servir y reinventar el mundo de acuerdo con una propia definición de éxito, que vaya más allá de lo material y el poder; donde podamos desarrollarnos con más alegría, gratitud, compasión y, obviamente, más amor.
Posiblemente, en ese punto, re-cordando lo que somos verdaderamente, iniciaremos ese viaje hacia el equilibrio.